Es un gran placer estar aquí en Cuba, la tierra de Martí y de Fidel, reunidos con la convicción de que nuestras esperanzas tienen que triunfar.
Para hablar de las resistencias hay que tocar tres aspectos. Es importante hacer referencia a las resistencias al imperialismo y la globalización neoliberal, y las resistencias al sistema capitalista. Siempre vemos que hay muchas confusiones entre estos dos niveles de luchas y es muy importante establecer la diferenciación. En un tercer aspecto, tenemos los desafíos de la construcción de las alternativas al capitalismo hoy.
Para caracterizar las esencias de la globalización neoliberal hay que decir que estamos en medio de una crisis muy severa, múltiple, generalizada, de largo alcance y de muy largo plazo. Nos han dicho que la crisis está superada, que ya empezó el crecimiento, etcétera. No es cierto, estamos dentro de una crisis muy profunda, con un porvenir por delante. Hay dos elementos que me parece importante subrayar: primero, la crisis de 2007-2008 abre un nuevo ciclo dentro de las economías centrales, pues todas las crisis económicas que vivimos en la década de los 90, fueron periféricas, con efectos bastante limitados en el seno mundial; esta vez tenemos crisis severas de largo alcance, de largo plazo, dentro de los sistemas de los países capitalistas centrales. Otro elemento muy importante para nuestras resistencias es que a partir de 2007-2008 es el principio del fin de la hegemonía ideológica del neoliberalismo.
Es nuestro trabajo y nuestro deber hacer tomar conciencia de que es una crisis de civilización y que no hay solución a ella dentro de las regulaciones capitalistas. Esto abre un espacio muy importante, un horizonte de búsquedas de nuevas formas de sociedad. Frente a estas nuevas características de la crisis están naciendo nuevos movimientos sociales, incluso con elementos nuevos, pero hay un desfase entre el nivel de conciencia de estos movimientos sociales y las necesidades de cambios radicales que se nos presentan a nivel mundial. Eso es un elemento básico: cómo pasar, realmente, al nivel de conciencia que permita construir alternativas a la altura de la dimensión de la crisis civilizatoria que estamos viviendo.
En el continente latinoamericano, hemos dado pasos muy importantes, es el mismo continente donde hemos pasado de la crítica al imperialismo a intentar construir proyectos alternativos concretos, con proyectos nacionales, incluso con éxitos. Eso abre una nueva época en esta búsqueda y en la coyuntura que estamos viviendo. A pesar de las múltiples diferencias que existen entre los proyectos nacionales que de algún modo se oponen a la globalización neoliberal, se ha producido un proceso de reconquista de espacios de solidaridad nacional y regional, y es un elemento muy importante, que ofrece un ámbito para la construcción de resistencias, incluso alternativas, por ejemplo UNASUR, la nacionalización de recursos estratégicos en Venezuela y en Bolivia. Son elementos muy significativos que indican avances en el sendero de conquistas de la soberanía nacional aunque, por supuesto, todavía queda mucho por hacer, mucho trabajo para detener el proceso de dominación mundial que sufrimos en los países de nuestro continente.
Es interesante también subrayar que, dentro de esos procesos de conquista, se han dado pasos muy audaces. Es muy interesante la discusión sobre los estados públicos nacionales en Bolivia, toda la emergencia de nuevas constituciones políticas en Venezuela, Bolivia y Ecuador que abren nuevos e importantes espacios de libertad y nuevas maneras de pensar la participación política.
Son muy importantes las respuestas de la resistencia al capitalismo, los proyectos de integración alternativa, el ALBA sobre todo. Es primordial hacer el balance del ALBA, los pasos dados, los retrasos que existen, y ver el ALBA no solamente como espacio de lucha alternativa, sino también cómo puede jugar un papel más activo en las respuestas al sistema capitalista global. En eso podemos subrayar elementos estratégicos como, por ejemplo, el Banco del Sur o el Sucre que no avanza lo suficientemente rápido porque cuestionan el sistema financiero internacional y la dominación del dólar.
Hay que subrayar que las olas de movimientos sociales tienen nuevos contenidos. Me parece esencial la resistencia desatada en Francia frente a las reformas del sistema de jubilaciones, que no logró vencer pero suscitó alianzas nuevas dentro del país. También se deben destacar los movimientos del mundo árabe con numerosas contradicciones internas, muchos de ellos son todavía muy “mestizos” en términos de su orientación ideológica fundamental, pero es un elemento que muestra la capacidad de los movimientos sociales frente a diversos sistemas de dominación.
El Movimiento de los Indignados en España que todavía está creciendo y plantea claramente la superación del capitalismo, es anticapitalista en sus fundamentos esenciales. También está la red de empresas recuperadas, todos conocemos la experiencia que se vive en Argentina sobre todo después de la crisis del Sur, donde nació una red de importantes empresas recuperadas y que me parece fundamental cuando estamos pensando en alternativas frente al capitalismo.
En América Latina están las resistencias campesinas, la resistencia frente al colonialismo, a las empresas… es un conjunto de movimientos que, de algún modo, están aportando elementos importantes dentro de la lucha contra el sistema neoliberal. Es un escenario muy interesante y esperanzador, con nuevas ideas y formas de movilización, pero que al mismo tiempo presenta muchos desafíos.
El caso de Haití desborda ampliamente las fronteras de los conflictos nacionales, porque allí está el laboratorio de experimentación de nuevas formas de control, uno de nuevas formas de desnacionalización del estado, y un control total de las políticas económicas internas. Se debe prestar mucha atención a lo que está sucediendo y apoyar a la resistencia del pueblo haitiano, porque allí se están experimentando formas, quizá, para exportar a otras naciones.
La criminalización de los movimientos sociales sigue, incluso, avanzando hacia nuevas formas jurídicas que permiten hacer la revisión sistemática de todo movimiento social que está en contra del sistema y se muestra claramente en muchos países del Caribe.
Otro de los desafíos en los múltiples proyectos de resistencia es tener mucho cuidado con los de la clase dominante latinoamericana, la burguesía trasnacionalizada latinoamericana, que tiene algunos elementos de contradicción y conflictos con el imperialismo, pero al mismo tiempo reproduce la dominación dentro de los países, incluso entre los países.
El nuevo escenario que presenté, tiene un elemento muy difícil, que es la dispersión. Existen muchos movimientos sociales, algunos incluso plantean la superación del sistema capitalista; pero hay poca activación transversal entre los movimientos, pocos esfuerzos exitosos de crear un gran movimiento que podría reunir todos estos esfuerzos, toda esa creatividad.
El Tribunal de Justicia Climática parece ser, por ejemplo, una herramienta interesante que puede ayudar mucho a articular luchas distintas con medios distintos, porque es un tribunal que cuestiona la crisis ambiental, la crisis del calentamiento global, y lo cuestiona en términos totalmente distintos a los planteados por el capitalismo.
Diría que estamos en un momento muy importante, donde hay mucha creatividad, hay muchísimos movimientos nuevos, y creo que quizá deberíamos sacar lecciones de la Revolución Haitiana y de la Revolución Cubana, cuando en 1804 y en 1959 los revolucionarios haitianos y cubanos, respectivamente, decidieron hacer una ruptura radical con el sistema global, una ruptura radical con el mercado capitalista, y demostraron que era posible esta ruptura radical. Me parece que hoy es tiempo de aprender de estas rupturas radicales y es tiempo de Revolución.
Fragmentos de la intervención en la Casa del Alba el 28 de julio en el Encuentro-Taller de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad. Edición de La Jiribilla.
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Tiempo de Revolución