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LA UNASUR DEBE RESPALDAR EL RECLAMO DE LA DEUDA HISTÓRICA, SOCIAL Y ECOLÓGICA CON HAITÍ

El terremoto que asoló a Haití ha causado más de 200.000 muertos, 500.000 heridos, más de un millón sin techo….3 millones de damnificados en 35 segundos…

¿A qué se debe la condición de vulnerabilidad de este país frente a los desastres naturales?

Haití constituye un ejemplo tangible de los procesos históricos y actuales de saqueo, explotación y concentración de riqueza.


De estos procesos han sido responsables los países colonialistas y neocolonialistas, principalmente España, Francia, Estados Unidos; las instituciones financieras internacionales, las corporaciones transnacionales y los grupos nacionales de poder económico y político.

España ocupó durante dos siglos Haití (1492-1697). Explotaron a los pueblos aborígenes los Taínos en las minas de oro y plata, en las plantaciones y encomiendas El trabajo esclavo, sumado al contagio de enfermedades traídas por los españoles, aniquiló a toda la población. Los indígenas fueron sustituidos por los esclavos negros. En esta época se inicia la deforestación.

Haití pasó a ser colonia Francesa durante un siglo (1697-1804). Se enriqueció del trabajo esclavo de 450.000 negros que trajo de África para las plantaciones de caña de azúcar y café que consumía Europa. Para ello los colonos franceses deforestaron el 50% de los bosques de los valles. El 75% de la producción mundial de azúcar de la época provenía de Haití. También exportaron maderas finas como caoba, cedro y otras. Utilizaron madera para construir las rieles de los trenes para la industria azucarera de la región. De hecho, París se construye a base de la producción de bienes de la isla haitiana por ella es llamada « la perla de las Antillas”. Para aceptar la independencia de Haití, Francia le impuso una deuda de 150 millones de francos de oro con el fin de indemnizar a los franceses que habían perdido sus esclavos y sus plantaciones.

Durante la independencia, las clases dominantes siguieron exportando madera y caña de azúcar. Durante todo el siglo XIX se exportó madera para pagar la deuda de la independencia, a pesar de que Haití fue el primer país en establecer una reserva forestal formal.

EEUU ha incidido en la vida de Haití desde 1806 cuando el Congreso de EEUU, por presión de Francia prohibió el comercio con Haití. EEUU ocupó militarmente y administró Haití desde 1919 hasta 1934. Con la ocupación norteamericana ingresaron compañías norteamericanas. Estas obtuvieron grandes extensiones de territorios en las llanuras y valles para plantaciones. Una de ellas deforestó 32.000 hás de bosques en el noreste para establecer plantaciones de sisal, para producir fibras para exportación.

La ocupación de EEUU en la isla ha sido permanente y definitiva hasta la actualidad, casi un siglo. A través de la intervención militar y de la imposición del modelo neoliberal, EEUU mantiene el control geopolítico y económico de este país.

POLÍTICAS NEOLIBERALES CAUSARON POBREZA Y DESTRUCCIÓN AMBIENTAL.

El modelo neoliberal en Haití ha generado caos social para justificar la intervención militar y mantener principalmente el control geopolítico-militar de la región.

Estas políticas han causado pobreza y dependencia a través del pago de la deuda externa y de los programas de ajuste estructural implementados a partir de los años 80 y con mayor severidad en 1994. Planes que imponen la liberalización comercial, liberalización financiera y la privatización de las empresas y recursos estratégicos del Estado.

Haití destina el 22% de su presupuesto al pago de la deuda externa. Solamente en el 2005, Haití pagó al BM 52.6 millones de dólares como servicio de la deuda, como requisito para recibir la ayuda y los préstamos ofrecidos en la Conferencia de Donantes realizada en Washington en julio del 2004, por la cantidad de 1.5 millones de dólares. Sin embargo después del pago realizado por Haití, el BM otorgó un préstamo de 46 millones de los cuales el 80% estaban destinados a acelerar la privatización de 5 empresas públicas: agua potable, electricidad, telefonía, puertos y aeropuertos.

Este modelo promovió la apertura de los mercados principalmente a productos agrícolas que ha destruído la producción nacional como es el caso del café y arroz. Hasta los años 70-85 Haití era un país autosuficiente en cereales y ahora el 82% del mercado nacional de arroz está suministrado por la importación desde Estados Unidos. Paralelamente se impulsaron las exportaciones de productos no tradicionales a través de la expansión de monocultivos para exportación, que utilizan las mejores tierras, la mano de obra barata y el uso del paquete verde principalmente agrotóxicos, que causan graves daños a la salud de los trabajadores y al medio ambiente.

A través de estas estrategias se dificultó la vida en el campo, empobreciendo y desalojando a los campesinos. Un ejemplo dramático fue la matanza de los puercos criollos promovida por USAID en 1982, bajo la presión de los productores de carne de los EEUU y con el pretexto de una enfermedad. Los puercos nativos significaban el banco de los campesinos, pues con la venta de ellos solucionaban sus necesidades de dinero inmediatas. EEUU y el BID gastaron 25 millones de dólares para matar a los puercos y entre 3 y 5 millones para repoblar con otra raza que requería insumos especiales importados, creando dependencia.

La población campesina han sido desplazada a vivir y producir en los montes, mientras los valles fértiles están en manos de transnacionales, terratenientes y la iglesia. El deterioro de la economía campesina, así como la falta de apoyo para este gran sector de la población aprox. 65%, hacen que busquen formas de subsistencia en base a la deforestación y uso de la madera para la venta de carbón.

Una vez empobrecida la población se promovió la creación de zonas francas como la única alternativa de generación de empleo. De esta forma se asegura la mano de obra barata y la migración del campo hacia las zonas francas en donde operan empresas transnacionales.

En los años 80 el FMI y el BM establecieron que Haití debe ser un país de maquilas, de zonas francas, sin ninguna inversión en el sector agrícola. Esta propuesta fue ya promovida en Haití a partir de 1969 con la instalación de las primeras zonas francas y la creación de un parque industrial en Puerto Príncipe. La instalación de estas maquilas ha sido un incentivo para la migración, tomando en cuenta además el deterioro de la economía campesina. Es por esto que en solo 40 años, la población de Puerto Príncipe pasó de 300.000 habitantes a dos millones y medio, quedando la mayoría de ellos sin empleo ya que la maquilas crearon 70.000 empleos que fueron ocupados por la gente que ya vivía en la capital. De ahí la masa de desempleados y el deterioro de las condiciones de vida en Puerto Príncipe, la capital haitiana.

Esto explica, entre otras razones, por qué el terremoto causó tantas víctimas en Puerto Príncipe.

VIOLENCIA VS. LUCHA SOCIAL

Todo este modelo ha sido impuesto por la fuerza, a través de intervenir militarmente, crear caos, financiar golpes de estado, bloquear económicamente, armar fuerzas de choque, asesinar a dirigentes sociales o coptarlos de distintas formas.

Pero el pueblo haitiano no ha estado impávido frente a estos procesos de colonización y neocolonización, explotación y saqueo. Ha sido un pueblo históricamente luchador y defensor de sus derechos. Tanto es así que constituye el primer pueblo que logró la independencia de la esclavitud en 1804. Luego de un siglo de crear instituciones que funcionaban de manera bastante exitosa, de desarrollar una cultura campesina que creó el idioma, la religiosidad popular, la capacidad de nutrir al aumento de población que se dio entre 1804 e inicios del siglo XX, sufrió la ocupación militar de EEUU en 1915 hasta 1934 destruyendo violentamente todos los avances logrados desde su independencia.

Es el pueblo que a pesar de la violencia institucionalizada se reveló frente las dictaduras así, en 1986 logra el derrocamiento de la dictadura de 30 años de los Duvalier. Cuando al fin constituyeron un gobierno democrático, con la participación amplia de los sectores populares en 1991, al elegir a Jean Bertran Aristide, los Estados Unidos financió y organizó un golpe de Estado siete meses después de esta elección. Un golpe de Estado violento en donde fueron asesinados 5 mil personas y 300 mil desplazados. A 12 mil dirigentes populares y sus familias se les otorgó visa de residentes en EEUU, debilitando con toda esta violencia a los movimientos sociales.

Aristide regresa en 1994 acompañado de 20.000 marines de las NNUU, condicionado a la aplicación de un plan de ajuste estructural que lo empieza a aplicar con políticas antipopulares y antinacionales. Nuevamente el pueblo se levanta en el 2004 contra Aristide y éstas políticas y una nueva intervención militar de los EEUU, junto con Francia, Canadá y Chile, corta este proceso social y toman el control de la situación.

Haití es hoy un pueblo ocupado militarmente por la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití – MINUSTAH – integrada por 9.000 efectivos, encabezada inicialmente por Brasil y en la que participan países de América Latina: Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Perú y Guatemala entre otros. Una misión funcional a los planes económicos y militares de los EEUU en la región.

El pueblo haitiano rechaza la intervención militar y llama a una cooperación distinta en donde se respete la soberanía de Haití y la autodeterminación de los pueblos.

¿UN MODELO DE DESTRUCCIÓN PARA LA RECONSTRUCCIÓN?

Es precisamente para contrarestar la fuerza de la lucha social que los métodos de represión han sido devastadores. En Haití han utilizado todas las estrategias posibles para castigar al pueblo y sumirlo en el caos, la violencia y la pobreza. Y hoy son, precisamente estos argumentos, el caos, la violencia y la pobreza los justificativos para imponer el modelo neoliberal como la “única salida” para la crisis haitiana. Esto se refleja claramente en el Cuadro de Cooperación Interino -CCI – un plan-matriz del modelo neoliberal elaborado por las instituciones financieras internacionales para la reconstrucción de Haití que no toma en cuenta las especificidades nacionales y peor aún las propuestas largamente trabajadas por los sectores sociales. Este plan ha sido fuertemente criticado por los movimientos sociales ya que precisamente la imposición de este modelo ha sido la causa estructural de la crisis Haitiana.

El empobrecimiento y explotación del pueblo Haitiano y de sus recursos naturales, la degradación ambiental y la crisis de la agricultura son el resultado de las políticas neoliberales impuestas por los EEUU.

Se torna una realidad la expresión de Camilla Chalmers, de la Plataforma por un Desarrollo Alternativo – PAPDA – de Haití, cuando recalca que la revolución de 1804 queda en las memorias como un posible no actualizado.

LA UNASUR DEBE APOYAR LAS DEMANDAS Y PROPUESTAS DEL PUEBLO HAITIANO Y SUS ORGANIZACIONES.

La UNASUR no puede caer en el mismo modelo propuesto para la reconstrucción de Haití por las instituciones financieras internacionales y sus intereses aliados, ni cambiar de actores con similares intereses.

El pueblo haitiano, sus organizaciones y gobierno son quienes deben decidir y coordinar los esfuerzos internacionales para administrar la ayuda humanitaria y reconstruir su país en forma soberana. La UNASUR debe apoyar sus demandas y propuestas, entre ellas:

– Rechazar una nueva intervención norteamericana con el reciente envío de más de 20.000 soldados a Haití como respuesta a la tragedia del terremoto, pero con la intención de salvaguardar sus intereses económicos y geopolíticos.

– Retirar las tropas extranjeras que participan en la MINUSTAH, y redireccionar esos recursos para la ayuda humanitaria urgente y la reconstrucción del país.

– Exigir la anulación incondicional de la deuda externa que las instituciones financieras internacionales, los países del Norte y del Sur, el Club de París y otros reclaman a Haití. Muchas de estas deudas facilitaron la imposición de las políticas neoliberales y su pago significa profundizar la situación de pobreza agravada por el terremoto.

– Que los recursos que se destinen para la ayuda humanitaria y la reconstrucción de Haití sean fondos NO reembolsables, sin condiciones y administrados por el gobierno junto con las organizaciones haitianas de acuerdo a las prioridades por ellas determinadas y para ejecutar sus propuestas de reconstrucción.

– Apoyar las propuestas haitianas relacionadas principalmente con la recuperación de la producción agrícola campesina, base de su soberanía alimentaria. Así como, con la recuperación de los bosques.

– Reconocer y exigir el resarcimiento de la deuda histórica, social y ecológica que, principalmente España, Francia y Estados Unidos tienen con Haití y su pueblo.

Las organizaciones haitianas, a través de su comunicado del 27 de enero1 señalan que: “luchamos por una ayuda humanitaria adaptada y respetuosa de nuestra cultura y de nuestro entorno y que no destruya las construcciones de economía solidaridad elaboradas desde varias décadas por las organizaciones de base con las cuales trabajamos”.

“La ayuda humanitaria masiva es hoy indispensable dada la amplitud de la catástrofe, pero debe ser estructurante articulándose con una visión diferente del proceso de reconstrucción. Debe romper con los paradigmas que dominan los circuitos tradicionales de la ayuda internacional. Desearíamos ver nacer brigadas internacionalistas de solidaridad que trabajarían junto con nuestras organizaciones en la lucha por la realización de una reforma agraria – integral – y de una reforma territorial urbana integrada…”.

La situación que vive Haití en la actualidad puede convertirse en una oportunidad para que, con el apoyo internacional respetuoso, su reconstrucción responda, ahora sí, a los sueños de independencia y autodeterminación del pueblo haitiano que aún están pendientes.

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•En en 2005 Aurora Donoso participó por la Alianza de Pueblos del Sur Acreedores de la Deuda Ecológica en la Misión Internacional de Investigación y Solidaridad con Haití, encabezada por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nóbel de la Paz y Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y 20 represenantes de movimientos, redes e instituciones sociales, culturales y políticas de América Laitna, el Caribe, Norte América y África. Este artículo se basa en los datos recogidos en dicha investigación y en la publicación del “Informe final de la Misión Internacional de Investigación y Solidaridad con Haití” 3-9 de abril 2005.